La crisis humanitaria que está viviendo Venezuela, como toda gran crisis, es multicausal. Hace veinte años, inició un proceso de debilitamiento institucional y degradación social que ha culminado en la tragedia que asola a ese país y sus ciudadanos en la actualidad.
Pese a la riqueza derivada del petróleo y aun cuando por muchos años el régimen gozó de la simpatía de la mayoría de la población, al populismo se fue sumando una perniciosa variable que hoy aparece como una de las causas fundamentales de su desgracia: la corrupción.
La corrupción es sistémica cuando las estructuras permiten que las acciones corruptas aparezcan como normales y conformes con el sistema social (o por lo menos con partes muy influyentes de él). Este tipo de corrupción se encuentra enquistada en las estructuras propias del Estado. No constituye un fenómeno episódico o coyuntural, no depende de la llegada al poder de un partido político en particular o de un líder negativo o un conjunto de autoridades venales. Tiene que ver con la forma como ha sido organizado el Estado desde sus orígenes.
Lea más en el siguiente informe.
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