En Venezuela, la corrupción ha sido causa y consecuencia de la compleja situación de múltiples crisis simultáneas que se retroalimentan entre sí, como un espiral de creciente destrucción de las instituciones, los servicios públicos, la producción nacional, la seguridad ciudadana, la participación política de las fuerzas de oposición, la accesibilidad y exigibilidad de derechos políticos, económicos, sociales y culturales y –en general–, todos los elementos que conforman la vida de una nación.
El impacto de la gran corrupción, hoy caracterizado como Emergencia Humanitaria Compleja, la sufren los venezolanos de todos los sectores y de todos los grupos socioeconómicos, aunque obviamente la población de menores ingresos y menos nivel educativo es la más vulnerable, con más profundo sufrimiento y devastadoras consecuencias.
Son millones los venezolanos que tienen un legítimo reclamo de justicia contra los protagonistas de la gran corrupción, líderes del Estado corrupto responsables de robos gigantescos a lo público que condujeron a múltiples violaciones, como los casos de los torturados, presos políticos, las familias de los asesinados por la represión, los expropiados o confiscados, los exilados, refugiados, migrantes, los muertos o personas con agravamiento de su condición por fallas del sistema de salud, los niños afectados o fallecidos por desnutrición, los secuestrados, las víctimas de robos, violaciones, abusos, y una larga lista de víctimas por déficits de agua, luz, alimentos, medicinas, sin que se vislumbre a futuro una ruta para la solución o atenuación de esta tragedia.
Lea más en el siguiente informe.
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