Durante los años de gobierno del expresidente Hugo Chávez, Venezuela gozó de un mercado petrolero particularmente generoso. Entre 1999 y 2013, el precio del crudo venezolano aumentó desde US$ 16,2 por barril hasta US$ 101,2 por barril (525%). Adicionalmente, el Estado multiplicó por 7,3 la magnitud de sus pasivos para financiar un gasto social de magnitudes insostenibles y sostener apoyos políticos cruciales. Bajo este contexto de bonanza, la estructura interna del oficialismo se acostumbró a percibir ciertas rentas a cambio de su lealtad. Todo cambió a partir de 2013.
A pesar de que comúnmente se atribuye la caída de la renta petrolera a la variación de los precios en 2014, el problema principal comenzó en 2012 mientras aún Chávez estaba en el poder. En ese año, el mal manejo de la industria y la falta de inversión causaron que la producción disminuyera el equivalente a 22 kb/d y comenzara una mala racha de 8 años seguidos hasta el 2019. En 2012, la caída en producción fue compensada por un aumento del precio y sus efectos se oscurecieron en el corto plazo. Pero a partir de 2013 los ingresos petroleros han colapsado, y en 2018 solo representaron 14,5% de lo que eran en 2012.
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