Recipientes que los locales llaman “pipetas” que flotan en los ríos o aeronaves en pistas clandestinas rumbo a Turquía, Emiratos Árabes o Curazao. Las lanchas rápidas, los helicópteros furtivos, los vuelos comerciales, los vehículos de uso oficial, cualquier manera pareciera que resulta, hasta a pie. Se trata sacar gasolina, diesel, oro, drogas, diamantes, medicinas, azúcar, ganado, cauchos, armas y hasta personas.
Es el ecosistema asentado en la zona fronteriza que abarca varios estados del país –Zulia, Táchira, Apure, Bolívar, Sucre, el Delta, Falcón– que engrana el contrabando, la extorsión, corrupción, el abuso de autoridad y otras prácticas delictivas perpetradas por grupos criminales que proliferan sin ley. Un terreno siempre fértil para la violación de derechos humanos, más aún con el incremento de la movilidad migratoria en las fronteras terrestres con Colombia y Brasil, que impacta gravemente toda la región. Es parte del rostro de la terrible crisis humanitaria compleja que vive Venezuela y que debilita toda la base institucional del país. Es parte del estudio realizado por Transparencia Venezuela, un mapa sobre este tema crucial.
Lea más en el siguiente informe.
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